El círculo del 99

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Este cuento corto, ‘El círculo del 99’, no trata de la felicidad, sino de la infelicidad. ¿Qué es aquello que nos hace realmente infelices, que nos atormenta y no nos deja disfrutar de nuestra vida? Descúbrelo con esta historia, que te ayudará reflexionar sobre este tema. No olvides echar un vistazo a las conclusiones finales.

Había una vez un rey que era muy, pero que muy rico, pero muy, pero que muy infeliz. Pasaba los días triste y amargado, sin saber muy bien por qué. Y este rey tenía un sirviente muy humilde muy feliz, que trabajaba cantando y le dedicaba siempre a su rey una sincera sonrisa cargada de energía positiva.

El rey no podía entender cómo aquel sirviente, teniendo tan poco, podía ser feliz. Y un día se lo preguntó:

– Dime, ¿cómo es que eres tan feliz? ¿Cómo puedes estar todos los días contento?

– Pues… la verdad es que nunca me lo he planteado, alteza- respondió él dubitativo- No tengo motivos para ser infeliz… tengo lo que necesito. Una casa, comida, vestidos y una mujer que me quiere…

El rey,enfadado, pidió cita con su consejero:

– ¡No entiendo por qué mi sirviente es tan feliz y yo tan infeliz teniendo mucho más! ¿Dónde está el secreto de la felicidad?

– Alteza- dijo entonces el consejero- La explicación no está en lo que su siervo tiene sino en lo que no le falta. Al no faltarle nada para que su vida esté completa, es feliz… Y es porque no entró en el círculo del 99.

– ¿El círculo del 99? ¿Eso qué es?

– Todo el que entra en el círculo del 99 es infeliz… Es muy difícil de explicar… si deja que su sirviente entre en él, lo entenderá.

– Pero… si entra en ese círculo, será infeliz.

– Sí, lo será.

– ¿Y él lo sabrá? ¿Por qué iba a entrar entonces?

– Él sabrá que si entra, será infeliz, pero lo hará.

– Muéstramelo- dijo entonces el rey.

– Bien, para ello necesito una bolsa con 99 monedas de oro. Ni una más, ni una menos.

Y el sirviente entró en el círculo del 99

El rey hizo lo que su consejero le pidió y ambos fueron con la bolsa a la casa del sirviente. Allí, en la puerta, dejaron la bolsa, golpearon la puerta y rápidamente se escondieron para que nos les viera.

El sirviente abrió y al ver la bolsa en el suelo la agarró bien. La agitó y escuchó el sonido de las monedas. Miró a ambos lados y al no ver a nadie, entró con ella en su casa. Se sentó a la mesa junto a la ventana, y el rey y su consejero pudieron ver lo que hacía.

Empezó a colocar las monedas de oro en montoncitos de diez… hasta que comprobó que al último montón, al décimo, le faltaba una moneda para estar completo.

– ¡No puede ser!- gritó extrañado el hombre- ¡Me habrán robado! ¡Solo falta una moneda de oro para llegar a cien!

Frustrado, comenzó a hablar en alto, cada vez más angustiado:

 Tengo que conseguir esa última moneda. Cuando tenga cien monedas de oro, ya no tendré que trabajar más, pero debo completarlo… Si trabajo mucho y hago horas extras… tal vez consiga la moneda de oro en.. ¡12 años! Es mucho tiempo. No, no, no… Vale, puedo pedir a mi mujer que busque trabajo y entre los dos… diez años quizás. Sigue siendo mucho. Venderemos la comida que nos sobre cada día y trajes… también zapatos. ¿Para qué queremos tantos? Con un par tendremos suficiente. Así, tal vez en cuatro años lo consigamos. Sí…

Y así es cómo el siervo entró en el círculo del 99. A partir de ese día, el criado del rey ya no trabajaba cantando, ni dedicaba a todos una sonrisa. No paraba de trabajar y cuando terminaba,seguía trabajando. Llegó un día en que el rey decidió despedirlo, porque no era agradable tener un trabajador tan amargado. Y fue entonces cuando el rey entendió qué significaba entrar en el círculo del 99.

Qué temas puedes trabajar con este cuento corto

Utiliza este cuento para reflexionar acerca de:

– La felicidad y la infelicidad.

– Qué es aquello que nos hace permanecer en el círculo del 99.

– El estrés.

 La frustración.

Reflexiones sobre el cuento El círculo del 99

Ya lo ves, la infelicidad no consiste en no tener suficiente, sino en pensar que nos falta algo, muy poco, para tenerlo todo. Y sin valorar lo que tenemos, dedicamos nuestros esfuerzos en conseguir lo que no tenemos:

 El peligro de pensar en qué necesito: la clave es la siguiente, y es que el siervo era feliz porque no se había parado a pensar qué necesitaba, sino que vivía con lo que tenía sin echar nada de menos. El problema es querer más, pararnos a pensar qué necesitamos y pensar que eso que necesitamos nos hará felices. Nuestro cerebro se pone en marcha de inmediato y todos nuestros esfuerzos se centran en conseguir aquello que pensamos ‘que nos falta’ para que nuestra vida (o nuestro círculo) sea completo. Sin embargo, la felicidad no es perfecta.

Ya lo dijo en su día el gran Benedetti: la Felicidad con mayúsculas no existe. Existen esas pequeñas felicidades, con minúscula, esos momentos que hacen que nuestra vida sea realmente maravillosa.

 No es más feliz el que más tiene: … sino el que menos necesita. Con esta popular frase podríamos resumir este hermoso y clarividente cuento que nos enseña que debemos vivir sin angustiarnos con lo que no tenemos, sino más bien aprovechando al máximo lo que tenemos. Significa ser conscientes de lo que somos y lo que tenemos en este momento, de aprender a valorarlo, sin compararnos con nada ni con nadie. Y si no, ¿cómo te explicas que un niño que vive en un remoto poblado de África, sin agua, sin televisión, sin internet, pueda ser feliz? No necesita nada de eso, nunca sintió ese deseo de necesitarlo. Por eso es feliz con lo que tiene. No entró en el círculo del 99. Ese peligroso círculo en el que casi todos terminamos cayendo alguna vez.

VIDEO

 

o en este enlace:  https://youtu.be/csH4T1LnH54